Con tradiciones ancestrales, estas tribus conservan su naturaleza y, lejos de esconderse, las muestran al mundo amablemente. Viven en lugares alejados de la civilización a los que a cualquier humano nos costaría demasiado llegar. Pero ahí, en esa lejanía, se arraigan a su cultura para que los más jóvenes la conserven fielmente.

HULI (PAPÚA NUEVA GUINEA): 

Los hombres de esta tribu de las Tari Highlands «cosechan» su propio cabello para fabricar increíbles sombreros que utilizan de forma habitual, combinados con pinturas amarillas, un hacha con garras, un delantal de hojas y un cinturón con trenzas. Todo ello, para intimidar a las tribus rivales que intenten amenazar su territorio.

Se han abierto al turismo para mostrar sus tradiciones. Incluso, venden sus sombreros al público.

DOGONES (MALÍ):

Con la ayuda de las cuerdas de corteza de baobab, los hombres dogones escalan los acantilados de Bandiagara para recolectar guano de murciélago, que comercializan como gran fertilizante, o artefactos de Telem, vendidos como obras de arte.

Esta tribu de 400.000 miembros prosperaron gracias al turismo, pero la inestabilidad política causada por dos golpes de estado han reducido los visitantes.

SIMBUS (PAPÚA NUEVA GUINEA):

Los bailes y pinturas simulando esqueletos que muestran orgullosos los simbus surgieron para intimidar a las tribus enemigas.

Aunque poco a poco se están abriendo al turismo mostrando sus danzas a través de miembros integrados en la sociedad, esta tribu se encuentra todavía muy apartada de la civilización y poco se sabe de sus costumbres, pero sí que viven en casas separadas por géneros.

NENET (SIBERIA):

Esta tribu de unos 100.000 miembros moviliza en sus migraciones de 1.100 kilómetros a sus 300.000 renos bajo temperaturas de -50 ºC. Para mostrar su fiereza, viajan en trineos untados con sangre de renos sacrificados durante la caravana.

Es una tribu que se muestra cómoda con el turismo y no duda en enseñar sus tradiciones amablemente.

HIMBAS (NAMIBIA):

Aunque son seminómadas, habitan por todo el noroeste de Namibia. Construyen sus viviendas en forma tipi con barro y estiércol, y mantienen el fuero encendido 24 horas como tributo a Mukuru, su dios.

Mantienen sus tradiciones muy arraigadas, aunque el número de himbas ha descendido por el abandono de muchos jóvenes, que buscan nuevas oportunidades en la ciudad.